El consumo de alcohol en los menores de edad en el municipio de Alejandría es un tema que se muestra bastante preocupante, sólo falta ver cómo los establecimientos públicos que expenden licor quedan reducidos a la mitad de sus clientes cuando llega la policía a realizar los controles de rutina y cómo existe cierta complicidad entre los administradores de estos sitios con sus jóvenes compradores que “campanean” dichas visitas para evitar las sanciones respectivas por tales infracciones y todo simplemente porque en estadísticas representan un porcentaje sustantivo de las ventas de la noche.
No es un asunto fácil de tratar ni de abordar, la verdad sea dicha, ha sido un tema donde desde hace muchos años se ha pasado de controles muy rigurosos y disciplinados a otros donde se muestran bastante laxos y despreocupados de la cuestión. En otras palabras, no ha habido y no hay una política pública definida a nivel municipal para enfrentar dicho fenómeno, sólo nos hemos reducido a sancionar según lo establece la ley a los negocios infractores y a promocionar propaganda preventiva al respecto.
Pero todo esto no basta, no quiero decir que está mal hecho lo que se haga y se viene haciendo, sólo que debemos llamar las cosas por su nombre y para hacerlo es necesario conocer a fondo la magnitud del problema, conocer qué se deriva de este problema y también qué está detrás del mismo; ya este año lamentamos una muerte donde el alcohol estuvo involucrado y un “no me acuerdo de nada” puede seguir siendo la respuesta salvadora de acá en adelante para muchos otros. Agregado a todo esto, para nadie es un secreto que a la sombra de las botellas de licor están otros problemas de gruesa envergadura como la prostitución, la drogadicción, embarazos no deseados y a temprana edad, violencia intrafamiliar, entre otros.
Tampoco es un tema que se debe de mirar exclusivamente a la luz de la moral y cargarle la culpa a la ya manoseada “ausencia o crisis de valores”, para esto es preciso vincular a las instituciones educativas, administrativas, judiciales y de salud en una investigación interdisciplinaria que arroje resultados de diversos matices sobre el asunto y que sean estos los que nos permitan diseñar, planear y direccionar dicha política, definir estrategias, métodos y modos de llegar a la población involucrada, inclusive, proponer sanciones ejemplarizantes y pedagógicas. No podemos limitarnos a cerrar un establecimiento durante un periodo de tiempo por expender licor y permitir menores de edad en él para luego prestarle las carpas del municipio y que bajo éstas nuevamente sean los jóvenes quienes abarroten las mesas y sillas del local. Vano es el trabajo si cerramos el establecimiento y no identificamos cuales son los jóvenes más alcoholizados, cuales son sus necesidades emocionales y cual puede ser la raíz de la conducta. Inocua es la labor médica si se reduce a curar y nunca a prevenir. Insuficiente el esfuerzo del administrador público y del Honorable Concejo si nos pegamos a la letra de la ley y no la trascendemos y sobre esta elaboramos actos administrativos que sirvan de herramienta a una norma que la contextualice a fin de hacerla eficaz. En fin, el trabajo es de todos pero coordinados, planeados y direccionados.
Para terminar, es cierto que nuestro antepasado minero dejó como herencia un mar de licor que cada día se multiplica aún más y que a su vez fue él mismo quien marcó negativamente nuestras vidas y en especial la de aquellas familias que derivaban su sustento de este oficio extractivo, pero precisamente porque encontramos aún vivas esas historias, porque continuamos añorando otra bonanza es necesario mirar al pasado y revisar qué es valioso rescatar, así sean sólo los ejemplos, pero que lo salvado sea constructor de ese municipio que todos soñamos y en donde van a vivir los hijos y nietos nuestros. Es asunto de poner el problema en perspectiva y mirar al futuro con esos mismos jóvenes que se ven alicorados en los bares en un fin de semana y en los cuales está también el talento que le mereció a Alejandría tan significativos reconocimientos por haber trabajado un Proyecto Ciudadano.
Es este pues un escrito que sólo pretende invitar a la reflexión, al llamado de atención de los actores involucrados y a marcar una cuenta regresiva para ver nacer no una panacea al problema pero si un trabajo interdisciplinario que urge y que habiendo el talento ya mencionado más el de los administradores públicos no se puede desaprovechar so pena de caer en otra complicidad: la saber qué se hace, donde, con quienes y convenientemente callar.
Escrito por FRANK EDUARD PÉREZ SANDOVAL para el periódico local de Alejandría EL NUDILLAL.
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